viernes, 21 de enero de 2011

Agarrá una pala


El indio, el criollo, el tahúr, según la tradición, encuentran en su ser haragán, vivo y compadrito, respectivos motivos para no trabajar. Axioma popular éste, esparcido por los que, aún estando aquí dentro, mantienen una visión externa: los infatigables piamonteses.

Podríamos confundir esa forma de pensar con un elogio y una punta del ovillo hacia la cultura del trabajo. Ni parecido. En la cabeza de quien maldice a los haraganes, vive un espíritu revanchista, donde pulula la idea de que el trabajo es un sacrificio que se ha de afrontar por mérito de una vocación sufridora.

Una cultura del trabajo no parte del sufrimiento, sino del orgullo inmodesto de transformarlo todo en más humano.

Los autores de este blog descubrimos hace tiempo que una lapicera pesa menos que una pala, y que el teclado de una computadora saca menos cayos en las manos. Pero seguimos creyendo que nuestro trabajo (de docentes la mayoría, una abogada y un programador), si es eficaz, comparte códigos profundos con toda actividad donde con dedicación se desmonta, con tesón se rastrilla y con esperanza se siembra.

Tengo una noticia que me llena de alegría para compartir. Es un sincero orgullo para mí poder decir que desde hace dos semanas, junto a unos cuántos más, nos dedicamos a darnos un futuro. De lunes a viernes, de 9 a 18, nadie se rinde: estamos trabajando.

Peronacho

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