La Pocha

Yo escribí


Jueves, anochece y el cielo y el aire están limpios. La Pocha quiere poner huevos, y no empollar. Aunque en tercera persona quede propiamente futbolero. Conjúguenlo como se les cante. Yo creo que lo que más bronca le da a la Pocha es que hoy le robaron la mochila y que después de la primera desazón se embroncó más por el robo en sí mismo y porque luego se dió cuenta de que el tipo que se había muerto era el que esperaba votar en 2011 para que el chorito éste y todos los choritos argentinos no tuvieran necesidad alguna vez no tan lejana de volver a chorear. ¿Demasiada utopía la de la Pocha? Demoró menos en recuperarse de la bronca del robo que en conseguir comunicarse con el 0800 del banco, que por supuesto le cobrará el costo del plástico restituido. El chorito roba 8 pesos (que era lo que había en la billetera de La Pocha) y el banco roba 40.

Viernes. El viento y la lluvia acompañan el día. La Pocha piensa que siempre se encuentra buena gente en donde menos se piensa, seres humanos atentos a los rostros, a la voz y al cuerpo de la demás gente. En la sede física del sistema bancario que antes roba 40 pesos a la Pocha (está demás decir que no son los 40 pesos lo que importa realmente) un señor llamado Pablo, jefe de cajeros, se acerca personalmente, la mira, habla con ella y la escucha: que ya dió de baja la tarjeta, que ya hizo la denuncia a la policía pero que no pudo con el trámite del registro civil para el DNI porque están de paro, que entonces quiere dejar constancia de que nadie use su DNI para retirar lo que le queda del sueldo... El señor Pablo le pide algún que otro papel, que la Pocha tramita, y dice "voy a firmar yo acá, bajo mi responsabilidad, porque sin el trámite del registro civil el banco no autorizaría esto". Mientras la Pocha va hasta el súper cercano y le entrega a la secretaria del señor Pablo un vinito en agradecimiento ("se lo llevo yo porque él no te lo va a aceptar, ya lo conocemos"), piensa entonces que se encuentra buena gente donde menos se lo piensa: un aparentemente frío jefe de cajeros de camisa blanca y corbata exacta de un sistema bancario la mayoría de las veces inexpugnable, le prende una sonrisa a la Pocha mientras camina por la calle.

Viernes, igual viento pero aún sin lluvia, más temprano. La Pocha realiza denuncia de extravío del DNI porque la denuncia de robo "lleva mucho tiempo y no vale la pena", según la agente sin nombre pero amable que le toma la denuncia. Para que le expidan ese papelito que recibirá el señor Pablo luego, la Pocha tuvo que ir dos veces ya a la seccional: la primera para que entiendan el trámite que necesita, esperar media hora hasta que alguno de los 5 agentes tecleando o hablando por teléfono con la novia decidiera a quién le correspondía hacer el papelito, responder a varias preguntas entre las cuales estuvo la de "¿tenés cómo comprobar que vos sos vos?", responder que por eso estaba allí, porque le habían robado el único comprobante que tiene de su identidad, ir a buscar a la casa de la madre la libreta de familia y volver. La segunda, cuando la agente amable le firma el papel ignorando completamente la libreta de familia, se levanta para hacerlo firmar por el agente que le exigió tal libreta y la Pocha sibilante: "¿Ni siquiera vas a mirar la libreta que tu jefe me hizo ir a buscar en remise de ida y vuelta que pagué?". La agente hace un silencio y un gesto de vergüenza, se retira con la libreta, la lleva al jefe, vuelve con todo. "Ya está firmado, disculpe la molestia, no se enoje señora...". "Te agradezco a vos, no a tu jefe", se retira la Pocha.

Viernes, siesta, despedida en la tele de Néstor, viento que arrecia en las ventanas del tercer piso. La Pocha escribe esto de adelante para atrás, porque lo primero que recuerda es el aparentemente frío jefe de cajeros de camisa blanca y corbata exacta de un sistema bancario la mayoría de las veces inexpugnable que le prendió una sonrisa mientras caminaba por la calle. Y concluye muchas cosas, entre ellas: que siempre tuvo prejuicios sobre los empleados bancarios, que refuerza fundados juicios  sobre los empleados policiales, que deberá revisar la forma en que ella ayuda a criar el pensamiento de sus alumnos que piensan engrosar las filas del sistema policial como salida laboral rápida (obviando su título de maestros mayores de obras), que si una alumna le manda un mensaje de aliento y le dice que la quiere y respeta entonces quizás todo vale la pena, que el chorito aquel quizás también va a la escuela y otros piensan en que no robe ni engrose luego el sistema policial, que mientras escribe esto ve en la tele la despedida de Néstor Kirchner y la gente que acompaña bajo la lluvia, y que en síntesis la Pocha escribe demasiado para algo muy simple: aunque a veces no es suficiente, lo que vale no es lo que uno cree que ve cuando mira.