lunes, 25 de octubre de 2010

Boto por necesidad



El escaneo me salió chico, pero el escribiente tiene letra clara. 18 años, Tercero A, repetidor dos veces. Este año lee en voz alta de corrido y con intención emocional. Después de pasarse dos años apoyada la cara sobre los brazos para dormir (los tengo en la última hora de la mañana y trabaja en el mercado de changarín subiendo y bajando cajones con la producción local), despierta en 2010 de su letargo y mueve su pensamiento. La consigna era escribir una carta de solicitud argumentando el pedido a un receptor específico. En algún momento de la clase, mientras se paraban a consultarme, mientras intercambiaban entre ellos chistes de toda calaña, o mientras se medían unos a otros a ver quién le pedía qué cosa a quién, les pregunté por qué ninguno había planteado argumentos a un amor correspondido o no correspondido, por ejemplo, y todos (salvo Ruiz, también repetidor, que desarrolló sentida y profundamente sus argumentos a "Antoño" Mohamed para que vuelva a ser director técnico de Colón) habían pedido mejoras para el barrio (a la Cristina, al intendente o a la Ministra de Educación). Uno me dijo "el amor no se argumenta, profe", y otro "¿y a quién le vamos a pedir algo si no?". Me quedé pensando en las dos cosas, pero me detuve más en la segunda, y pensé que en este barrio "marginal" nadie quiere otra cosa que estar mejor. En ninguno de los borradores los solicitantes pidieron limosnas: pidieron el taller para la escuela (que es técnica pero que no tiene taller), pidieron juguetes para un hogar de chicos en Navidad, pidieron que se pavimenten las calles del barrio y se zanjee, pidieron otro comedor. O sea: comida, calle buena para andar, alegría y educación.
El que más clara la tenía es Obelar, el que despertó de su sueño y pidió cortar la corrupción policial en el barrio: "Sr. Intendente te informo sobre esto porqué yo noce a quién recurrir...", y también: "Señor Intendente le prometo que tendría un gran apoyo de nuestro barrio para su intendencia si colabora con mi pedido y yo y mi barrio le podriamos conceguir muchos botos y no toy negociando con usted yo lo estaria ayudando y usted me estaria ayudando a mí y a mi barrio".
Dos cosas: un adolescente elige cambiar el usted por el vos no porque no sepa sobre registro formal o informal, sino porque necesita de la cercanía del otro. El cambio de registro es inconsciente quizás, pero abre a la idea de necesidad: Obelar pide porque es necesario, y pide porque está solo, no sabe a quién recurrir. Ésa es la idea básica de la necesidad: siento una falta, necesito, por eso pido. Obelar lo puede decir, hay quienes muchas veces ni siquiera podemos nombrar lo que nos falta. Y el que despierta del sueño también tiene claro que despierta en un país y dentro de un sistema de necesidades básicas no cubiertas reguladas por la lógica de un estado que también necesita: Obelar promete botos y aclara que no negocia, lo concibe (quizás por un legado rastreable hasta los orígenes de la conquista) como un pacto de necesidad.
Nadie podría reprocharle a Obelar su desconocimiento sobre mecanismos de inclusión social reales. Habría que ver si este pacto que ofrece lo ofrecerá a todos los intendentes posibles, o a aquellos que respondan a la necesidad. Yo me quedo con Obelar así despierto, y escribiendo.
La Pocha

1 comentario:

  1. O sea que te tocó la parte del genio: "Pida tres deseos." La estructura de esa fábula suele continuar por el fracaso en la ejecución de los pedidos por culpa de lo que en principio parece un problema de aclarar bien lo que se pedía, y termina mostrando que el problema era el fondo poco virtuoso de los deseos.
    Ya está visto que a los gronchos como nosotros, no nos atrapan en esas redes. El pensamiento groncho apunta a lo inmediato y compartido. Desear alegría, horas de sol, ratos de libertad.

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