jueves, 4 de noviembre de 2010

Por qué las militantes están tan buenas

Permítame sumarme, compañero lector, a la visión del protagonista de "Bananas" -Fielding Mellish, Woody Allen. Me sumo a la justificación consecuente de su loca carrera de desaciertos, a saber: las mujeres militantes están muy buenas. Hay, según creo, ciertas características que rodean a la mujer comprometida con una causa política, que la ponen por encima y por delante del observador masculino.

Para empezar, una intrínseca promesa de acercamiento. De la misma manera que una cama de una plaza es mucho más afín a los lances amorosos (ya lo dijo un experto como Bob Marley) que una más espaciosa, la militancia implica cierta incomodidad, no estar a gusto con el orden establecido, y por lo tanto un estado de alerta, de crispación (hipérbole intencional), que agudiza los sentidos.

Las horas del atardecer y de la noche son las elegidas. El ámbito natural de la política (esto lo aprendí de cerca, trabajando para el Estado Nacional), es la noche. Cuando las terceras líneas vuelven a casa, los encargados de trazar rutas se reúnen. Los choferes, oficiales y no, tienen más trabajo caída la tarde que por la mañana.

La idea misma de hacer campaña se une en niveles distintos de analogía al campamento. ¿Qué comemos? ¿Dónde dormimos? Son temas sin importancia que surgen en la acción militante, y se resuelven sin mediar prurito.

Existe la causa, que está por encima de otras cosas e inhibe el regodeo. La urgencia de la acción que da lugar a la militancia es una aplanadora de histeriqueos posibles. La respuesta positiva o negativa promete, más que nada, inmediatez.

Finalmente, el cuerpo de una militante está inclinado hacia la acción. Prescinde de ilusiones cosméticas y está listo para la argumentación política o amorosa (digo yo, como si hubiera que separar ambas pulsiones).

Y sin embargo, no son tapa de revista. ¿Por qué? Déjeme ensayar una breve explicación. La percepción humana no es instantánea, sino que se da en movimiento. Las militantes están tan buenas, de un modo que la fotografía sólo puede sugerir.

Peronacho

2 comentarios:

  1. Ya lo creo, amigo, y eso que no me gustan LAS, pero me han gustado LOS militantes, aunque debo decir que en la facultad de letras había muchos que estilizaban el look (aún lo hacen en escuelas, facultades o afines) sólo para conquistar chicas. Pero no hablás de estilo vos, sino de acción y deseo, y tenés razón. Aporto un comentario casi feminista: la diferencia entre un militante y una militante está en que la militante hace de aquellas dos cosas una sola, por eso provoca pasión o repulsa (pensá sólo en Evita, por dar un caso, o en la novia del personaje de La conjura de los necios, o hasta en CFK); el militante puede escindir entre muchos deseos a la vez. Por eso a veces es militante sólo para conquistar chicas. Pero coincido absolutamente con la analogía del campamento, incluso esta analogía puede aplicarse a muchas militancias: la del rock funciona igual, y la de la literatura tb. PERO ojo al piojo: cuando una militante (política, rockera o literata) se te enamora, agarráte Catalina.

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  2. Lo mejor que le puede pasar a un hombre es que una mujer asi le de bola, lo demas despues , es puro cuento.
    Coincido plenamente con el titulo del post.
    Saludos

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